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El final del siglo XX y el comienzo del siglo XXI continúa con un ritmo que marca la obsolescencia del régimen económico y político mundial. Debilitado por el fracaso ante una crisis que se demuestra estructural o con ciclos (picos) tan sucesivos que es difícil definirlos como periódicos.
Las crisis, bien económica, bien política o en lo social se presenta en distintas regiones, en una combinación desigual , donde puede apreciarse tres líneas generales: los intentos por parte de la burguesía y sus agentes de imponer planes hambreadores y de descomposición del tejido social (para intentar salvar su estatus económico), el uso de invasiones o intervenciones bélicas para conquistar o mantener acceso y control del negocio petrolero y finalmente el factor común de la resistencia de los pueblos contra los planes generadores de miseria y otras calamidades sociales y contra los invasores o sus belicistas agentes locales.
Esta realidad tan nuestra y cotidiana, pretende ser permanentemente edulcorada, suavizada, maquillada hasta lo grotesco, con el manido recurso de lo bufo. Es grande el esfuerzo que hacen para demostrar que el camino que está siguiendo la burguesía griega es lo mejor para el pueblo de Homero, cuna trimilenaria de la civilización occidental. Algunos asumíamos que los planes eran los mismos que aplicaron en América Latina en las décadas del 80 y el 90. Realmente son una versión empeorada y más envilecida, que empobrece más a los pueblos y los empuja abruptamente a la miseria y al hambre.
Otro tanto podemos decir de los españoles que votaron por Rajoy y el Partido Popular, con la brumosa esperanza de que al salir de Zapatero se resolverían los problemas de la España, de ese otrora Imperio que en algún tiempo nunca se ponía el sol. La verdad ha resurgido muy abruptamente y ahora la derecha española, rancia y extrema, viene por todos sus fueros, dejando de lado sus promesas de campaña. Los planes que les tienen reservados a los españoles es de un amargo más abrasivo que la medicina aplicada a los griegos.
Ya es maña inveterada e incorregible de la burguesía responder ante las crisis con guerras, con planes para extraer mayores cantidades de plusvalía y recortando las inversiones sociales que le corresponde a cualquier Estado. Y en consecuencia dialéctica, a los pueblos oprimidos y expoliados les corresponde luchar contra esas agresiones. En general la posibilidad de triunfo de estas resistencias depende de la fuerza unitaria y de la inteligencia, del conocimiento de su dirección política y del uso de las herramientas tecnológicas disponibles, de la reciedumbre o valentía de sus dirigentes y de los principios doctrinales que los enmarcan.
El imperialismo sigue demostrando que es un adversario formidable, pero hoy como nunca hay una coincidencia de millones y millones de personas luchando, para que esta coyuntura histórica sea cada vez más evidente, para que no sea obnubilada y tragada por la bruma de los manipuladores y las corporaciones transnacionales de la mala propaganda.
@joseramonrivero